La abuela de las castañas como la llaman ya muchos, lleva poco tiempo en el metro de Barrio de la Concepción. Con su caja de castañas que vende asegurando que dan suerte, solo pide la voluntad.
Casi nadie la compra ninguna castaña, pero sorprende ver la cantidad de gente que se para para hablar con ella.

No se como se llama, todo el mundo la conoce y habla con ella un rato. Siempre cuenta la misma anécdota " Mi padre era veterinario, y yo he heredado un don con los animales, todos los perros se parar a saludarme"
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